Reseña del libro “Grietas” de Luis Alexis Leiva (Editora Argenta – 2007)

Para este mundo que se resquebraja y se hunde en lo más hondo del lodo de la miseria humana NO TODO ESTA PERDIDO, en “Grietas” de Luís Alexis Leiva puede encontrarse un ápice de luz y genialidad prematura propia de una obra prima; una modesta propuesta que adquiere un dinamismo casi fílmico en cuanto imágenes entrecortadas por saltos de tiempo, cambios de atmósfera y un sutil trabajo en la creación de personajes tan misteriosos y a su vez previsibles. Leiva logra desenterrar el esqueleto de la bestia, que es la estructura ósea de las palabras. Sus “criaturas de la noche” son idealistas, modernos pensadores, tienen voz y un lenguaje casi poético; las mujeres son como deseos utópicos de felicidad amenazada por las consecuencias de un plan tan humano como imposible. Hay un doctor que simula ser otro doctor. Esta la voz de Federico que es a su vez la voz enmascarada del autor de esta novela corta que no se agrieta demasiado, que permite leer entre las cicatrices de la rebeldía, el encierro matutino, el lugar común. La historia narra el accionar de un grupo de personas que deciden planear un secuestro extorsivo para lograr objetivos personales y humanitarios; Héctor, Marita, Mariana y Federico recorrerán el camino de la búsqueda interior, de sus miedos y sueños, para enfrentarse finalmente a las sombras de un inevitable final
La realidad es un cuadro que aterra, que golpea bajo, lleno de injusticias y anhelos masacrados, en un fondo que se torna difuso y se desarrolla a partir de una polifonía bien lograda entre los habitantes de una ficción que se escribe a sí misma. Hay en “Grietas” muchas reminiscencias al pasado impune de nuestro país que hace hincapié en el presente no menos terrible en que se desenvuelve la trama, pero que sin embargo propone un futuro a partir del final abierto. El lector se encontrara con 34 capítulos distribuidos en cuatro partes con algunos poemas que cortan el hilo (a mí entender) narrativo y que podrían formar parte de otro libro; tenemos una historia, concreta, que profesa de experimental, con alguna que otra “influencia u homenaje” literario con cierto “olor a espíritu joven” y en hora buena. Vale.

por Mariano Maeso